viernes, 3 de junio de 2016

ONE ON ONE IN SPAIN : JUN 02 2016 : Vicente Calderon Stadium, Madrid


Paul McCartney en el estadio Vicente Calderón. 
ALBERTO DI LOLLI





cultura.elpais.com
McCartney: un concierto casi privado de 58 minutos para entrar en calor
Los biógrafos insisten en que Paul McCartney bordea los 74 años, pero su actitud no difiere mucho de la de aquel quinceañero que se alió con Lennon
FERNANDO NEIRA
3 JUN 2016

McCartney: A private concert almost 58 minutes to get warm
Biographers insist that Paul McCartney is around 74 years, but his attitude does not differ much from that of one teenager who allied himself with Lennon

Concierto Paul McCartney
Paul McCartney alza el brazo ante sus seguidores en un concierto reciente.

Los biógrafos insisten en que Paul McCartney bordea los 74 años, pero su actitud no difiere mucho de la de aquel quinceañero que se alió con Lennon en The Quarrymen para armar ruido en el garaje. Solo así se explica que a las cinco de la tarde, a 30 grados centígrados y ante apenas 150 personas, tenga ganas de calentar motores durante 58 minutos, una prueba de sonido que en realidad es un concierto privado en toda regla.

Las posibilidades para acceder al recinto son reducidísimas: dejándose los cuartos con una entrada VIP que se comercializa a través de la propia web de McCartney o con algún sorteo puntual. Pero el premio es suculento: Macca tocando en 'petit comité' sus debilidades personales, 14 piezas de las que 13 no sonarán por la noche en el concierto, digamos, oficial. Solo 'Lady Madonna', que sirve para que sir Paul pruebe el piano eléctrico, repite suerte en ambos repertorios.

La ceremonia acontece a unos 25 metros del escenario, pero el nivel de excitación (y devoción) dilapida las distancias. Ahí está el cantante de Hombres G, David Summers, parapetado tras unas gafas de sol. Ahí está Santi, un joven melenudo madrileño con genuinas pintas de guiri (camisa, vaqueros, corbata estampada), que se sabe cada verso de una antigualla como 'Ram on' y salta enloquecido mientras rasguea una guitarra imaginaria. Y ahí está Juan Agüeras, presidente del club de fans, que ha introducido en el recinto una inmensa pancarta con las inconfunbles siluetas de los 'fab four' en la portada de 'Help'. Un icono con 51 años a las espaldas y el marchamo inconfundible de la inmortalidad.

Lo más divertido del pase es comprobar el ingenio de los seguidores a la hora de inventarse pancartas. Una dice, sencillamente: "Paul, solo quiero que me abraces". Dos jovenzuelas afinan el tiro con mensajes para iniciados. "¿Necesitas una secretaria temporal?", apunta una en alusión a un viejo tema de 1980, 'Temporary secretary', que en su día se consideró una frivolidad y hoy se venera como pieza de culto. "Scrambled eggs", anota su amiga en referencia al primer verso original de 'Yesterday', cuando Paul aún no había acertado con la letra definitiva. Por fortuna: lo de "ayer" se antoja bastante más evocador que los "huevos revueltos".

Macca aprovecha para comprobar que todo está en su sitio con el ukelele, el piano de cola, el mítico bajo Höfner y las guitarras, aunque en realidad todo marcha como la seda desde el primer minuto. El entretenimiento se hace gozoso porque el exBeatle aprovecha para hurgar en el cofre de los tesoros. Ahí quedan las versiones maravillosas de Buddy Holly ('It's so easy'), Carl Perkins ('Blue suede shoes') o Creedence Clearwater Revival ('Midnight special'), así como muy celebradas escalas en su antaño denostados Wings ('Let'em in', 'Mrs Vandebilt') o la reciente 'On my way to work', en la que casi nadie reparó cuando el dignísimo 'New', ultimo disco hasta la fecha, vio la luz en 2013. Macca oteó las pancartas desde la distancia, sonrió, regaló "olés" y "holas" con profusión y se marchó a descansar. Era solo un aperitivo: faltaban las tres horas de recital. Con 73 años, 11 meses y 14 días. Como un chavalín de Liverpool.

Imagen #8

Biographers insist that Paul McCartney is around 74 years, but his attitude does not differ much from that of one teenager who allied himself with Lennon in The Quarrymen to build noise in the garage. Only then explained that at five in the afternoon at 30 degrees Celsius and to just 150 people, feel like heat engines for 58 minutes, a soundcheck that is actually a private concert in the making.

The possibilities to enter the grounds are very reduced: letting rooms with a VIP ticket that is sold through the website of McCartney or some point draw. But the prize is succulent: Macca playing 'small committee' personal weaknesses, 14 pieces of which 13 will not sound at night at the concert, say, officer. Only 'Lady Madonna', which serves to Sir Paul prove that electric piano, repeated luck in both repertoires.


The ceremony takes place about 25 meters from the stage, but the level of excitement (and devotion) squanders distances. There's the singer of Hombres G, David Summers, barricaded behind sunglasses. There's Santi, a Madrid young hairy with genuine pints of guiri (shirt, jeans, patterned tie), known each verse of a relic as 'Ram on' and crazy jumps while strumming an imaginary guitar. And there is John Agüeras, president of the fan club, which has entered the enclosure a huge banner with silhouettes inconfunbles 'fab four' on the cover of 'Help'. An icon with 51 years backs and the unmistakable stamp of immortality.


The most fun of the pass is to check the ingenuity of followers when making up banners. One says simply: "Paul, I just want you to hold me." Two jovenzuelas tune the messages started shooting. "Need a temporary secretary?" Said one in reference to an old theme of 1980, 'Temporary secretary', who once was considered frivolous and today is revered as part of worship. "Scrambled eggs," notes her friend in reference to the first original verse of 'Yesterday' when Paul had not yet successful with the final lyrics. Fortunately: what of "yesterday" seems much more evocative than the "scrambled eggs".


Macca takes to make sure everything is in place with the ukulele, the grand piano, the mythical Höfner bass and guitars, but in reality everything goes smoothly from the first minute. The entertainment is joyful because exbeatle takes to delve into the treasure chest. There are wonderful versions of Buddy Holly ('It's so easy'), Carl Perkins ('Blue suede shoes') or Creedence Clearwater Revival ('Midnight Special') and very held scales in his old reviled Wings ('Let' em in, '' Mrs Vandebilt ') or the recent 'On my way to work ', which almost no one noticed when the most worthy' New 'last album to date, was released in 2013. Macca peered banners from distance, smiled, gave "Oles" and "hellos" profusely and left to rest. It was just an appetizer: missing the three-hour recital. With 73 years, 11 months and 14 days. As a little guy of Liverpool.


Paul McCartney bromea en un momento del concierto en el Calderón.
Paul McCartney bromea en un momento del concierto en el Calderón. / Carlos R. Alvarez (WireImage)






cultura.elpais.com
Paul McCartney despliega en Madrid todo su poderío rockero
El músico recorre casi 60 años encima de los escenarios con canciones bandera de The Beatles y The Wings, pero adaptadas a un sonido rotundo
JESÚS RUIZ MANTILLA
3 JUN 2016

Paul McCartney unfolds in Madrid all its power rocker
The musician runs nearly 60 years on the stage with songs flag of The Beatles and The Wings, but adapted to a resounding sound



Diez minutos de cortesía fueron suficientes para que se fueran acomodando las más de 40.000 personas que llenaron anoche el Vicente Calderón. Tres generaciones de irredentos beatlemaniacos se congregaron ayer en Madrid para recibir a Paul McCartney, tras 14 años de ausencia en la capital. Quienes esperaban un baño de nostalgia e intimismo lo hallaron, pero envuelto además en un rotundo sonido rockero que tuvo al fundador de The Beatles –con permiso de John Lennon: qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?- encima del escenario cerca de tres horas.

Son muchas para un veterano de 74 años que se presentó con americana azul de cuello mao, vaqueros y camisa blanca. A la cuarta canción, tras su versión electrónica de Temporary secretary, un tema de The Wings que data de 1980, se quitó la chaqueta y avisó: “Este será el único cambio de vestuario que veréis esta noche”.

Aunque lo dijera en inglés, McCartney no dejó de hablar castellano desde que saludó tras arrancar con A Hard Day’s Night, un tema que llevaba décadas sin interpretar en público. Y además, en castizo: “¿Qué pasa troncos?”, soltó antes de pasar a Can’t buy me love. Pasaba que Paul se presentó en Madrid para conmemorar los 40 años de la aparición de EL PAÍS y el medio siglo de Los 40, un cumpleaños que vivió anoche una de las fiestas cumbres de un año de celebraciones.

The Beatles se iban intercalando con composiciones recientes y un sólido repaso a The Wings, que han mostrado el siempre atento oído de Paul McCartney a lo que le rodeaba en cada momento: funk, reggae, ecos de sintetizadores o huellas de compositores tan rompedores como John Cage o Karheinz Stockhausen, a quienes pagó tributo en su día. Lo ha hecho sin que por ello tuviera que renunciar a su genialidad melódica, ni a su maestría trufada de desenfado fiel al flequillo ye-ye que lució en sus comienzos.

Imagen #9

Los coros se dejaban sentir sobre todo entre las revisiones de los cuatro de Liverpool. Baladas como Here, there and everywhere, himnos como We can work it out, joyas menos conocidas como You won’t see me, hicieron alumbrar pantallas de móvil al filo de la media hora de actuación y mientras se alargaba la noche en un luminoso y emocionante túnel del tiempo. Lo mismo que sus homenajes a Linda, su primera esposa (Maybe I’m amazed), con permiso de la actual, Nancy Shevell, quien aparte de estar presente ayer en el Calderón, también tuvo sus dedicatorias.

Lo siente así McCartney, quienes lo escuchan y los cuatro músicos que saltaron junto a él ayer al escenario: Rusty Anderson y Brian Ray (guitarras), Abe Laboriel Jr. (batería y percusión) y Paul Wix Wickens (teclados, armónica). Todos perfectos y atinados en los coros, tan exigentes de precisión en su repertorio. Es la actual guardia pretoriana de un McCartney que no se resigna a la retirada y que ayer realizó toda una exhibición de músico total al bajo, la guitarra eléctrica, las acústicas o el piano.

Habló de secretos para componer canciones eternas, se supo acompañar de la armónica al fondo en Love me do, al tiempo que probaba con sus agudos sin que le temblara la voz a medida que avanzaba la noche. Alternó en las dosis justas intimidad sin renunciar a despliegues de espectacularidad. Los primeros nos trasladaron a momentos culminantes con esas banderas suyas tituladas Blackbird, Fool on the Hill, Eleanor Rigby, Let It Be, una apoteósica Hey Jude… Yesterday, como no…

En una noche como la de ayer tampoco podían faltar conjuros particulares. Uno atrajo la presencia de John Lennon al ritmo de Here today, escrita por Paul McCartney como un sincero lamento de amigo en medio del vacío dos años después de su muerte. Y a George Harrison, desaparecido en 2001, con un memorable Something arrancado al ritmo de su ukelele.

El espectáculo llegó con celebraciones de la revolucionaria psicodelia que llevaba en sus entrañas un disco que rompió todos los moldes y abrió caminos que no han sido agotados hoy, como el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Con temas plagados de circense ironía, caso de Being for the benefit of Mr. Kite y otros posteriores como Obladi-Oblada, del mítico Album Blanco, además de la sonora pirotecnia que acompañó a la compleja y acelerada Live and Let Die. El brillante testamento del grupo, temas de Abbey Road, cerraron el espectáculo a las tres horas con Carry That Weight y The end. Valga la redundancia. Gloriosa, en este caso.

Foto

Ten minutes of courtesy were enough to leave accommodating more than 40,000 people who filled the Vicente Calderon last night. Three generations of unredeemed beatlemaniacs gathered yesterday in Madrid to receive Paul McCartney, after 14 years of absence in the capital. Those expecting a bath of nostalgia and intimacy what they found, but also wrapped in a resounding rock sound that was the founder of The Beatles - with permission of John Lennon: what came first, chicken or the egg - on stage near three hours.

There are many for a veteran of 74 years who presented with mandarin collar blue blazer, jeans and white shirt. In the fourth song, after the electronic version of Temporary secretary, an issue of The Wings dating back to 1980, took off his jacket and warned: "This is the only change of wardrobe you will see tonight."

Although he said in English, McCartney did not fail to speak Spanish since greeted after starting with A Hard Day's Night, an issue that took decades without interpreting in public. And in castizo: "What's wrong trunks", released before moving to Can't buy me love. He spent that Paul was presented in Madrid to commemorate the 40th anniversary of the appearance of EL PAIS and the half century of LOS 40, a birthday he lived last night one of the highlights of a year of celebrations .

The Beatles were interspersed with recent compositions and a solid review of the Wings, who have shown the ever attentive ear of Paul McCartney to his surroundings at all times: funk, reggae, echoes of synthesizers or traces of composers as groundbreaking as John Cage or Karheinz Stockhausen, who paid tribute in his day. It has done so without necessarily had to give up his melodic genius, nor his mastery truffled faithful to abandon ye-ye bangs that looked in the beginning.

The choirs were felt especially between revisions of four of Liverpool. Ballads like Here, there and everywhere, anthems like We can work it out, lesser-known gems like You won't see me, made light mobile screens stroke of half time for action and as the night dragged on in a bright, exciting time tunnel. Like their tributes to Linda, his first wife (Maybe I'm Amazed), with permission from the current, Nancy Shevell, who apart from being present yesterday at the Calderon, also had their dedications.

It feels like that McCartney, his listeners and the four musicians who jumped with him yesterday on stage: Rusty Anderson and Brian Ray (guitar), Abe Laboriel Jr. (drums and percussion) and Paul Wix Wickens (keyboards, harmonica). All perfect and thoughtful in choirs, so exacting precision in their repertoire. It is the current praetorian guard of a McCartney who is not resigned to the withdrawal and yesterday held a total display all musician on bass, electric guitar, acoustic or piano.

He spoke of eternal secrets to compose songs, they knew accompany the harmonica in the background in Love me do, as he proved with his sharp without her voice steady as the night progressed. He alternated in the right doses without sacrificing privacy deployments showmanship. The first were moved to these highlights with his flags titled Blackbird, Fool on the Hill, Eleanor Rigby, Let It Be, Hey Jude cataclysmic ... Yesterday, of course ... 

On a night like yesterday they could not miss particular spells. One attracted the presence of John Lennon to the rhythm of Here today, written by Paul McCartney as a sincere friend lament in a vacuum two years after his death. And George Harrison, who died in 2001, with a memorable Something ripped the rhythm of his ukelele.

The show came with celebrations of the revolutionary psychedelia carrying in her womb an album that broke all the molds and opened roads that have not been exhausted today as the Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. With irony circus plagued issues, case for the benefit of Being Mr. Kite and later as Obladi-Oblada, of the legendary White Album, besides the sound pyrotechnics that accompanied the complex and accelerated Live and Let Die. The brilliant testament to the group, issues Abbey Road, they closed the show three hours with Carry That Weight and The End. Despite the redundancy. Glorious in this case.

El británico Paul McCartney, durante el concierto en el estadio Vicente Calderón.
El británico Paul McCartney, durante el concierto en el estadio Vicente Calderón. / J.P.GANDUL (EFE)





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Paul McCartney durante el concierto
Paul McCartney durante el concierto

Paul McCartney y su banda
Paul McCartney y su banda

Un instante del concierto en Madrid
Un instante del concierto en Madrid

McCartney se dirige a su público
McCartney se dirige a su público

Paul McCartney sobre el escenario
Paul McCartney sobre el escenario

McCartney no ha defraudado a sus fans
McCartney no ha defraudado a sus fans

Las entradas para ver a Paul McCartney se agotaron
Las entradas para ver a Paul McCartney se agotaron

Paul McCartney durante el concierto
Paul McCartney durante el concierto

Paul McCartney y parte de su banda
Paul McCartney y parte de su banda

Paul McCartney bajo el juego de luces del escenario
Paul McCartney bajo el juego de luces del escenario


Imagen #13





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