Ringo Starr selló el “año beatle” para los fans chilenos
05 de noviembre de 2011
A sus 71 años, Ringo derrochó energía de principio a fin.
05 de noviembre de 2011Foto: Sergio Piña/Terra
05 de noviembre de 2011Foto: Sergio Piña/Terra
PATRICIO MEZA
Hace un año los beatlemaniacos chilenos sufrían porque Paul McCartney bajaba a Sudamérica sin pasar por el país. Anoche, y tras la visita de Macca en mayo, Ringo Starr selló este inesperado “año beatle” que los fans entonces no veían ni en el mejor de sus sueños: ver a los dos fab four sobrevivientes con sólo seis meses de diferencia.
Pero nadie que conozca el peso específico de cada uno en la banda más importante de la historia, podría pretender comparar los shows que ambos ofrecen hoy. Por eso las expectativas de los 10 mil fans que casi llenaron el Movistar Arena eran distintas: más allá del baterista legendario, iban a ver el “beatle divertido” y carismático. Y eso fue lo que Ringo ofreció desde el principio, con una energía envidiable a sus 71 años, pasando de vocalista principal a baterista acompañante de la banda de estrellas que lo secunda.
Porque esto es “Ringo Starr & His All-Starr Band”, y aunque generalmente ha sabido rodearse de los amigos correctos, esta vez por convocados y repertorio la coherencia amenaza a ratos con hacer naufragar el espectáculo. Este se mantiene a flote gracias a músicos de talento innegable, como el guitarrista Rick Derringer, o el excéntrico multiinstrumentista Edgar Winter, o por lo que haga Ringo. Lo que sea, la barra incondicional festeja cada una de sus payasadas y bromas de chico bueno.
Sólo la mitad de las 23 canciones repartidas en casi dos horas son de repertorio propio, apenas seis con The Beatles. El resto, una mezcla de singles derechamente desconocidos acá, con famosísimos hits ochenteros como “Broken Wings” de Mr. Mister o “Talking in your sleep” de The Romantics –bandas madre de algunos de sus invitados-, que por muy bien que pudieran sonar, no juntan ni pegan con el catálogo de los de Liverpool.
Y Ringo, un baterista innovador y creativo, nunca ha sido gran cantante, lo que queda en evidencia porque ahora debió bajar el tono de su interpretación en algunas canciones: su voz grave en “Act Naturally” está lejos del fraseo country que le impuso en “Help!”.
Sin embargo, a la hora de los himnos, uno alcanza a vislumbrar que esta frente a la cuarta parte de The Beatles y todo lo que eso representa. “Yellow Submarine”, lejos la más coreada de la noche, dejó en claro porque McCartney le cedió a él la melodía más juguetona que compuso para el grupo; y en el clímax con “What a Little Help From my Friends”, es difícil no emocionarse al ver a este ‘Billy Shears’ rodeado de amigos, cantando otra canción que no compuso pero le calza perfecta, como uno de los anillos que le dieron su apodo (“¿Qué harías si cantara fuera de tono, te levantarías y me dejarías solo? (…) Me las arreglo con un poco de ayuda de mis amigos”). En tanto, en el hit solista “Photograph”, está el recuerdo de George Harrison, con quien la compuso.
Y aunque es pura nostalgia, en el show jamás menciona siquiera a John, Paul, George o a The Beatles, pero los celebra así, con los mejores momentos y sus mejores bromas (“Qué buenos recuerdos” “Esta canción es una banda con la que solía tocar”).
Y eso fue lo que los fans agradecieron y aplaudieron a rabiar: participar del rito y estar frente al otro beatle vivo. El que decide cerrar con “Give Peace a Chance” de Lennon (que Macca también tocó en su show), porque en el fondo sabe a quién se debe y esa es su forma de homenajear y recordar. Porque así este beatle, el más amistoso y divertido.
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