Yoko Ono: ¿custodia de un legado o intrusa oportunista?
Julio García
BBC Mundo, Miami
Lunes, 18 de febrero de 2013
Durante años, Yoko Ono fue culpada de la separación del grupo más popular de la historia. En 1969, ella y John Lennon eran inseparables, al punto de que la regla de oro de los Beatles, de que nadie entraba en sus sesiones, quedó obsoleta.
De paso, el grupo también quedó obsoleto: ese mismo año el grupo se separó para siempre. Es cierto que Yoko fue un factor de discordia que contribuyó a la disolución, pero no fue la causa.
Ringo Starr fue el más tolerante con ella, George Harrison no ocultaba su disgusto ante la presencia en el estudio de Yoko -que incluso llegó a instalar allí su cama- y Paul McCartney fue abiertamente hostil, además de responder llevando él mismo a su entonces nueva novia, la fotógrafa neoyorquina Linda Eastman.
Si algo separó a los Beatles fue realmente el choque de egos de cuatro individuos que pasaron del anonimato en Liverpool al estrellato internacional en pocos años, aderezados por la evolución musical, las drogas y los intereses personales.
A sus 80 años, Yoko Ono se conserva muy bien y mantiene vigente el legado de John Lennon.
Pop y vanguardismo
Pero los beatlemaníacos de entonces no podían evitar ver a Yoko Ono como una intrusa que le lavó el cerebro al fundador del grupo y lo metió en músicas extrañas e inescuchables.
Yoko Ono nació el 18 de febrero de 1933 en Tokio, aunque pasó periodos de su vida en Estados Unidos, donde su padre -un banquero- había sido destacado. Para cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, estaba de vuelta en Japón y le tocó soportar los bombardeos aliados.
Hija de una familia aristocrática de Japón, emigró a Nueva York, donde se integró al movimiento de arte vanguardista, tan de moda en la década de 1960. Lo suyo era el arte conceptual, que para las mentes no acostumbradas puede rayar en lo absurdo, aunque ese absurdo fue el que lograría conquistar a Lennon.
En 1956 contrajo matrimonio con el compositor japonés Toshi Ichiyanagi, de quien se divorció en 1962 para casarse con el músico y productor estadounidense Anthony Cox, con quien tuvo una hija, Kyoko.
Ono se presentó junto a Cox en un show, para el cual John Cage tocaba el piano y ella... se echaba encima del instrumento. La relación entre marido y mujer no andaba bien, siendo que Yoko se esforzó en desarrollar su singular carrera, dejando a Cox la responsabilidad de criar a su hija.
En 1969, Yoko Ono y John Lennon eran inseparables, tanto en la música como en el activismo pacifista.
Amor a primera vista
En 1966, Yoko conoció a John en una exhibición de arte conceptual montada por ella en una galería de Londres. Cuenta la leyenda que al Beatle le llamó la atención la obra "clava un clavo" en un marco vacío, pero como ella le exigió pagar, él propuso una moneda imaginaria a cambio de clavar un clavo imaginario.
Fue un amor intelectual y a primera vista para John Lennon, cuyo ejemplo de la mujer ideal hasta ese entonces era la actriz francesa Brigitte Bardot: rubia, delgada, atractiva y sensual. Pero también fue el reemplazo de la madre que prácticamente no tuvo: no en vano Yoko era siete años mayor que él.
Por esa época, los Beatles dejaron de hacer giras por el mundo, viajaron a India en busca de un camino espiritual y entraron en su fase musical más creativa, con la ventaja de tener a su disposición el estudio de grabación para experimentar.
Eran las circunstancias ideales para John -en un momento en que Paul empezaba a tomar la batuta del grupo- de salirse de los moldes establecidos.
Su primera manifestación musical fue en 1968 con el tema "Revolution 9" en el álbum blanco de los Beatles: aunque firmada por Lennon y McCartney, realmente era un collage de sonidos ideado por John y Yoko y una muestra de lo que estaba por venir.
Ese mismo álbum fue la primera y única vez en que aparecieron voces femeninas en canciones de los Beatles: Yoko canta una línea sola y es parte del coro en el tema "The Continuing Story of Bungalow Bill" y además hace coros junto a la primera esposa de George, Patty Boyd, en "Birthday".
Tanto George como Ringo, los integrantes secundarios del cuarteto, abandonaron temporalmente el grupo, pero John fue el primero en manifestar su deseo de tomar su propio rumbo, algo que muchos consideraron se debía a la influencia de Yoko.
Al final fue Paul quien decidió romper la sociedad, cosa que irritó profundamente a John, que hubiera querido ser quien pusiera fin al grupo que él mismo fundó.
Antes del asesinato, fue lanzado el álbum "Double Fantasy", una colección de cancones escritas por John y Yoko por separado.
En defensa de Yoko
Los primeros tres álbumes grabados por John y Yoko son tan experimentales, que hasta el más fiel admirador de Lennon sólo los puede escuchar una vez, si acaso.
El primero, "Two Virgins", tiene más valor por el escándalo que causó la portada, en la que ambos aparecen desnudos. La grabación fue el punto culminante de una jornada que terminó en la cama. Cynthia, la primera esposa de John, le pidió el divorcio al sorprenderlos in fraganti.
Aparte de los discos y el arte conceptual que ambos compartían, John y Yoko hicieron varias películas experimentales, con títulos como "Violación", "Traseros" y "Erección".
Pero lo que más espantaba a los admiradores de Lennon que se resistían a aceptar el rumbo que el exBeatle había tomado eran los alaridos que "adornaban" algunos temas de John. Los temas de Yoko eran alaridos interminables e incomprensibles.
Irónicamente, Yoko había estudiado piano clásico y sabía leer y escribir música, pero la suya no era convencional. Sin embargo, junto a John no sólo empezó a escribir canciones más normales, si se quiere, sino que fue la inspiración de muchos temas de él, notablemente "Imagine". La idea salió de una frase extraida de un poema de Yoko.
Uno podría preguntarse qué hubiera sido de Yoko sin John, pero nunca lo sabremos. Probablemente no habría salido de la oscuridad del arte experimental.
Para cuando la pareja hizo el álbum "Double Fantasy", el último antes del asesinato de John, las canciones de Yoko no sólo sonaban normales, sino que además eran buenas. Incluso hubo críticos que las consideraron mejores que las de John, que se limitaban al rock & roll más simple.
Mientras John se retiró de la música y se dedicó a cuidar a su hijo, entre 1975 y 1980, Yoko se ocupó de las finanzas del millonario exBeatle. Y después de su muerte, se dedicó a mantener vigente su legado.
Aunque no faltan quienes se quejan del constante reciclaje de canciones repetidas y de "seguir ordeñando la vaca", lo cierto es que todo el mundo relanza discos con canciones remasterizadas y temas inéditos, acústicos o a medio ensayar. Esa es una de las tareas de Yoko Ono, custodia de la obra de Lennon.
Mi encuentro con Yoko
En 2007 viajé por primera vez a Nueva York. Mi principal objetivo era conocer el rincón dedicado a John Lennon en el Parque Central y el lugar donde vivió sus últimos años y donde fue asesinado: el edificio Dakota.
Lo primero que vi en la gran ciudad fue Times Square, con sus anuncios luminosos apagados, bullicio y gente por todas partes y los rascacielos. En poco rato sentí la necesidad de refugiarme en el parque y buscar algo de paz y los rastros de Lennon.
Una vez que estuve en Strawberry Fields y tomé las fotos de rigor, le dije a mi esposa "ahora vamos a conocer el Dakota". Al llegar, le pedí que preparara la cámara mientras le preguntaba al portero si me podía tomar una foto con él.
No tuve tiempo: en segundos, llegó una limusina pequeña de la cual salió nada menos que Yoko Ono. No lo podía creer y sólo atiné a exclamar "¡Yoko, please!", mientras mi esposa le daba la cámara al conductor.
La viuda de Lennon no pronunció palabra alguna, mientras yo decía un par de tonterías como "esto es mágico". Pero no hacía falta: simplemente se acomodó los lentes y posó ante la cámara. Su silencio fue tan elocuente como su sonrisa y su voluntad de complacer a un fan. Porque sabía que yo estaba allí por John y que me había alegrado el día.
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